Un rayo destruyó el poste ceremonial de los voladores en la comunidad de Pinahuista, Cuetzalan del Progreso, Puebla, dejando a la festividad sin uno de sus elementos más simbólicos. La estructura, pieza central del ritual indígena, fue alcanzada durante una tormenta eléctrica, lo que causó su colapso repentino y provocó asombro entre los pobladores.
La caída del hojancho interrumpió una tradición que ha perdurado por generaciones. El poste no es solo una plataforma para la danza, sino un símbolo de conexión espiritual con la tierra, el sol y los elementos. Su destrucción representa una pérdida significativa en el corazón de las ceremonias locales.
Según las costumbres de la región, no basta con reemplazar el madero. La selección, tala y colocación del nuevo poste requiere un complejo ritual, en el que se pide permiso al bosque y se realizan ofrendas para garantizar la seguridad de los voladores. Es un proceso colectivo que involucra a toda la comunidad.
El ritual de los voladores es reconocido por su valor cultural y espiritual en varias regiones indígenas, y en Cuetzalan mantiene una identidad propia. Los danzantes giran desde lo alto del poste vestidos con trajes llenos de simbolismo, recordando el vínculo ancestral entre el ser humano y la naturaleza.
La comunidad ya se prepara para reponer el hojancho con respeto y solemnidad, conscientes de que más allá de un objeto físico, lo que buscan restaurar es la continuidad de una tradición viva que resiste, incluso ante los embates del clima.
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